“Puedes tener defectos, estar ansioso e incluso enojarte, pero no olvides que tu vida es el negocio más grande del mundo.
Sólo tú puedes evitar que fracase.
Eres apreciado, admirado y amado por muchos.
Recuerda que ser feliz no es tener un cielo sin tormentas, un camino sin accidentes, un trabajo sin esfuerzo, relaciones sin decepciones.
Ser feliz es dejar de sentirte víctima y convertirte en autor de tu propio destino.
Es atravesar desiertos, pero poder encontrar un oasis en lo profundo de tu alma.
Es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida.
Es besar a tus hijos, abrazar a tus padres, tener momentos poéticos con tus amigos, incluso cuando nos lastiman.
Ser feliz es dejar vivir la criatura que habita en cada uno de nosotros, libre, alegre y sencilla.
Es tener madurez para poder decir: "cometí errores".
Tener el coraje de decir "lo siento".
Es tener sensibilidad para decir "te necesito".
Es tener la capacidad de decir "te amo".
Que tu vida se convierta en un jardín de oportunidades de felicidad... que en primavera pueda ser amante de la alegría y en invierno amante de la sabiduría.
Y cuando te equivoques, empieza de nuevo.
Porque sólo así te enamorarás de la vida.
Descubrirás que ser feliz no significa tener una vida perfecta.
Pero ella usa las lágrimas para irrigar la tolerancia.
Usa tus derrotas para entrenar tu paciencia.
Usa tus errores con la serenidad del escultor.
Usa el dolor para sintonizar con el placer.
Usa los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.
Nunca te rindas...
Sobre todo, nunca te rindas con las personas que te aman.
Nunca renuncies a la felicidad, porque la vida es un espectáculo asombroso".
Papa Francisco
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